martes, 4 de agosto de 2015

¿Dónde está el amor?

Solía llorar, ahora no tiene
tiempo,
Está sentada al filo de la
sombra, contemplando a la luz bailar.
Baila, se evapora en las
sonrisas, en la borrasca de la
noche.
Felina, pirata, viajera, esclava del tiempo.
Recuerda cuando era una
niña y surcaba los mares.
Ahora el profundo temor del
mundo le ha cubierto el
corazón.
Se arrancó las raíces aquél
último día que intentaba
hablarle a Dios,
va meciendo sus pies al ritmo
de una tormenta desconocida,
se dirige a la muerte
se llama a sí misma vida
te sumerge en cada abismo.
Transparente, invisible.






lunes, 20 de julio de 2015

No me acerco más, desde mi cúpula te observo.

Todo tiene un tinte de languidez. El cielo se torna lentamente en un báculo mágico de agua; gris. Escucho a los pajarillos pero no están aquí. Me sobreviene una imagen sobre lo ficticio que resulta el imaginario del pasado. Suenan las gotas del silencio humedecido en mi cabeza, cómo un marca-pasos van marcando el ritmo en que las hojas comienzan pálidas a cantar la llegada de la lluvia. El báculo no cede. Las hojas sin embargo van danzando, casi cómo desfalleciendo; quizás con un afán de cambiar algo en este paisaje desértico. Todo está quieto, todo en silencio. Estoy esperando la lluvia, mis piernas se mecen en la densidad del ambiente. Entro de nuevo a la cueva y juego con el fuego, bailando con mi sombra impregnada en la pared, haciendo compañía a las aves escatológicas de rojo color carmesí. Juego con ellas y me hago pájaro; desplumado, silencioso... voy regalándole mis plumas al vagabundo en busca de cobijo, al villano enardecido, a todos los héroes de marfil. A cada ser que me toca las cuerdas me voy dando. A aquéllos que me ven cómo pidiendo. Sin embargo, en su búsqueda de ensueños perdidos, yo sólo los observo desde mi centro. No puedo confesarles que no hay, pues la esperanza es la que sostiene el mundo, la que se encarga de mantener a los abismos contenidos.



lunes, 12 de noviembre de 2012

La fragilidad, sin capas,
pánico escénico.
Yo y los ejes. Y yo...
viendo que me ves jugando a la vida, tiemblo.

Me inventé otra trama y ha llegado el desenlace.
Y ¿cómo podría vivir lo flaco, lo seco; sin tensiones?
Esos cadáveres que deja el tiempo, que se esconden bajo el velo;
se reducen a envolturas recicladas en mis sueños.

Haciendo madejas de letras
he edificado un castillo de silencio.
Ahora la luz que es tacto, me convierte en viejo soplo.
No me acerco más, desde mi cúpula te observo.



sábado, 10 de noviembre de 2012

No he encarnado otra cosa que a la soledad.

domingo, 21 de octubre de 2012

Vahído


Acto primero:

Miedo puro, solitario, sin ser consecuencia de algo, sin más causa que la existencia misma.
Colapso de todas las imágenes, todas las ideas.
Suicidio de los deseos.
Apertura de raíces.
Desaparición de vórtices.
El andar sin rumbo.
Un sonido agudo,
y los ecos.
Colapso intermitente.
Andar entre sombras
y ruidos.
Desaparición de los espejos,
un río turbio.
Agujero de gusano, decadencia,
retorno.
Sentimientos fundidos, abismos.
Sueños espectrales, realidad,
locura.
Antídoto de la pasión, explosión nocturna.
Silencio.
Posesión y silencio.
Hilos, unión, asco.
Tejidos internos.
Obras del tiempo.
Reminiscencia.
Dolor,
no sufrimiento.
Tensión.
Y todas las manías, revoloteando.

Obscuro.

"Cuánto te odio"

sábado, 1 de septiembre de 2012

Del otro lado del reflejo

Si tan sólo al despertar, de pronto
apareciese aquíeln sabor que nunca soñé
y aquél olor que nunca he imaginado.
Y al abrir los ojos, ver
reflejos retráctiles de mensajes ocultos
en el infierno de lo interno
dónde no existe la piedad.
Si tan sólo apareciese
                                     oscilante
mecida por el cielo
tal cual seres luminosos
los que son besados por los dioses... danzando entre las nubes grises.
Si todo fuera como sumergirme entre azules
y sentirme viva
y ahí, en quietud
                           volverme fuego.
He sentido un fuerte tirón en el pecho
¿qué es?
Escuché un par de pasos debajo
cuatro, seis.
Un diminuto desfallecimiento me mecía
y el vacío,
la ausencia.

Pudo haber sido, tal vez, una bruja.
Quizá un halo de luz y agua clara saliendo de la boca del cielo fue el motivo de su aparición.
No obstante me come la duda, tal vez fue un delfín asustado u ansioso por ver el final de su cola lo que hizo que la bruja apareciese, si.
Entonces cuestiono, ¿qué tal si fue el grito de alguna gaviota inconforme, hambrienta, con males de amores; la razón... la única razón de que el pobre delfín se asustara?
Después de ocho vueltas y un revés puedo notarlo... Ni pasos, ni bruja, ni halo, ni delfín, ni gaviota, ni cielo, ni susto, mucho menos arribo.
Fue hasta hoy, después de tres noches sin luna que pude notar que la única ausencia... era la mía.