martes, 25 de enero de 2011

Magenta

No hay silencio embelleciendo esta ciudad
Ni hay vista atrás
Las rosas rojas suspendidas en el cielo
Saboreando el sufrimiento

Sólo una probada olor de mar
La sonrisa opacada con abismo
El sollozo del destino
Un sonido altera el sentido

Los cadáveres de un placer o de un sólo respirar abundan en el suelo
Que ya no es nada más que silencio interrumpido por el desplazo incansable
El alba rota
Susurra un colibrí

Puedo entender y no dejo de sentir
Se rompe la armonía con cada uno de esos pasos
Mientras las rocas inmóviles pretenden abatir esos estruendos
Melodías sin soñar

El rocío ha dejado de avanzar
Se desplaza suavemente la onda de calor
Llevándose consigo el espejismo de la hormiga
Apreciar el infinito

Suenan voces que no hablan ni transmiten
Suenan gritos mudos llenos de sentir

Goza la flor mientras el hombre cansado de buscar no se da cuenta que lo ha encontrado en el deseo, en la ilusión.
Aquel que ya no sueña en realidades se ha despertado sin notarlo.

Llueve.

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